Las primeras aplicaciones de brochado, que se remontan al año 1850, eran cortes ejecutados por brochas de chaveta. Se utilizan principalmente para el corte simple o doble.
La brocha tiene forma de cuchilla rectangular con los filos situados únicamente en un lado, generando ranuras de diferentes espesores y tolerancias.
Este tipo de brocha requiere el soporte de un casquillo o de una herramienta guía en la cual se practica un ranurado de deslizamiento.